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Alvaro Zevallos
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Estuviste conmigo desde que eras una niña,
una pequeña niña. Poco a poco fuiste creciendo y en un abrir y cerrar de ojos, ya eras una señorita.
Eras toda ella...
Hecha y derecha.
Creciste rápido, y maduraste más que yo en poco tiempo. Sin embargo, siempre te veía como la niña de mis ojos, la pequeña niña que llegó a mi vida y que amé con tan solo verla una vez.
Cada día a tu lado era siempre una aventura, gustabas siempre jugar en tu rueda y morder la puerta de tu casa y yo, yo siempre te decía que no lo hicieras; pero en más de una ocasión me sacaste no una sino varias sonrisas y carcajadas.
Estando tú y yo en mi cama, dormías siempre en mis brazos y yo contigo.
Cuando despertabas besabas mi nariz y mis mejillas anunciando así tu levante.
Me gustaba mucho verte comer, hacerte probar mil comidas y ver en tu pequeño rostro angelical, el deleite de amalgama de mil y un sabores que en ese momento probabas. Era todo un espectáculo y tú, tú eras quien mejor la pasaba.
El tiempo avanzó y enfermaste, caíste débil pero siempre con esas fuertes ganas de vivir y seguir adelante. En casa sabíamos que la hora de tu partida poco a poco se aproximaba. Nos dolía a todos, sobre todo a mi, que era quien más te amaba.
No soportaba ni aceptaba la idea de perderte, te quería mucho y quería que estés siempre a mi lado.
Cada lágrima que brotaban de mis ojos, eran un grito a Dios pidiéndole que te quedaras. Que no te fueras. Y que si te ibas, que me lleves contigo.
Si en algún momento nos volvemos a ver de nuevo, correré hacia ti, te abrazaré y te besaré...
Y volverás a dormir en mis brazos como antes, pero esta vez...
Esta vez para siempre, mi pequeño hamstes.
Aquella niña fue quizá mi primer amor real, un gusto mutuo, un deseo correspondido y casi consumado.
La conocí de una manera inusual, poco convencional…
Era al inicio una chica inocente, cándida y reservada; hasta que una pregunta de ella, me hizo desnudarla y hacer que muestre su verdadera faceta.
Tenía 17 y yo 22 años, no me importaba eso.
Se llamaba Kiara, tenia un cuerpecito muy atractivo y casi provocativo para mi.
El tiempo pasaba, yo me fui enamorando de ella y ella quizá también de mi. Yo estaba loco por verla.
Con ella experimente de todo, y sin verla, tuve ya sexo virtual. Era posesiva y celosa, pervertida y criollamente ‘’arrecha’’.
Me pedía que la inaugure, y que sea lo más antes posible. Y yo por supuesto, quería.
Quería hacerlo ya mismo.
Fueron dos veces en las que discutimos, fueron tonterías de ella, pero para Kiara no lo eran.
Ella lo tomaba en serio, yo rogaba y suplicaba su perdón y ella me lo concedía.
La frase popular: ‘’A la tercera, es la vencida’’, es real.
Recuerdo lo que me dijo, y recuerdo también lo que le dije, pero creo que es algo muy íntimo para contar en estas líneas…
Quien escribe, fue quien la dejó.
Me sentí liberado, feliz. Pero luego de ese transitorio momento, llegó lo que más temía.
El dolor llegó, entro y se posó sobre mi alma. Sentía varias cosas, sabía que no era amor. Pero como dicen: ‘’La costumbre, es más fuerte que el amor’’.
Es verdad.
Amanecer un día y sin el mensaje de: ‘’Buenos días bebé’’, era ya un dolor. Decirle ‘’amor’’, era ya cosa del pasado.
Había conocido a una chica que, si todo fue real, se había enamorado de mi, tal y como era.
No soy un monstruo, pero tampoco soy el prototipo de ‘’bonito’’ en la sociedad peruana.
Se me había hecho impresionante que una persona como yo, le parezca atractivo a una chica. Y además, que tenga deseos que yo sea su primera vez en ‘’el ring de las 4 perillas’’.
Sentía que había perdido no solo a una mujer que me quiso, sino también en tomar la pureza de una chica virgen. Perdí un el tesoro más grande que me pudo ella dar. No tuve otra escapatoria que reunirme con una ‘’conocida’’ que satisfacía mis necesidades carnales. Se llamaba Miluska, pero le decían ‘’Baby’’.
Es una increíble mujer.
Poseía un rostro de niña, unos pechos pequeñitos y lindos y un vistoso clítoris que no se dejaba mostrar por nada. Sus gemidos eran lindos, y casi a punto de terminar siempre daba un suspiro.
Aunque nos hayamos visto solo una vez por falta de dinero, obviamente por parte mía.
Ambos, Baby y yo, éramos cóncavo y convexo.
En las 3 faenas que mi cuerpo resistió, fui feliz.
Había olvidado a Kiara, la niña.
Quería que Miluska sea mi mujer, quería que me satisfaga como ya lo sabía hacer.
Acabando el tiempo, volví en mí y recordé a la niña.
Regresé a casa pensando en ella, lamentándome en dejarla.
Pero mi ‘’alter ego’’ me decía que hice lo correcto, que como hombre tenía que hacerme respetar y no ser el juguete de nadie. Sin embargo, aún me dolía.
Pasó el tiempo y seguí con mi vida, me fui poco a poco olvidando de Kiara.
Llegó un día que, en medio desenfreno, le volví a escribir.
Me aceptó y volvimos a jugar a los novios, a los amantes.
Yo con el papel de el hombre necesitado de sexo, y ella… Pues ella como la única que me podría dar eso.
Fui su marioneta durante este nuevo tiempo, hacia lo que quería conmigo, y a mi me gustaba. Lo llegué a disfrutar. Me gustó ser mandoneado por ella, me gustó que ella sea tóxica conmigo. Me gusto ser su juguete.
Algo que en la vida nunca falta, son las discusiones y también las deudas. En este tiempo para mi, fueron ambas. Algo que descubrí de ella, fue que era muy sexual. Quería estrenarse rápido, pero solo en mensaje. Era un teatro lo que hacía; saliendo del set, la cosa cambiaba. Pero era cierto que sí quería ser estrenada, pero no ahora.
Quería que sea conmigo, pero tampoco ahora.
En nuestras conversaciones, practicábamos el sexo virtual. Me excitaba mucho hacerlo con ella, y saber sobretodo que ella gozaba de eso.
Ella disfrutaba al ver una foto de mi región orgánica viril y yo disfrutaba leer sus comentarios provocativos y sexualmente obscenos. Nos queríamos, nos deseábamos, nos tocábamos el uno al otro. En nuestras mentes, ambos, ya habíamos hecho el amor.
Pasaron días y tuvimos discusiones, le rogaba que no me deje, que me había vuelto adicta a ella y que sin su compañía, yo no podría volver a ser el mismo. Ella volvía a mi; quizá por aflicción, pero volvía.
Yo era feliz, ese día celebraba. Había fiesta en mi corazón y todos estaban invitados.
Quedamos para vernos y conocernos por fin, saber cómo éramos en persona. Cómo era en persona aquella chica que me hacía feliz con sus mensajes…
Y por supuesto, cómo era el chico que le mandaba fotos de su miembro a ella. Miembro con el cual gozaba y se tocaba.
Ambos de por sí, fuimos sexualmente atraídos.
Aquella cita nunca se consumó, el día 13 de febrero del año 2024 quedamos en vernos. Un día antes de San Valentín.
Hablamos hasta las 11:39am… después de eso, desapareció y no supe más de ella.
Está demás decir y explicar cómo me sentí…
No la vi más, no supe de ella más.
La vida me había regalado una compañera, sin embargo, yo me encargué de decirle: ‘’No la necesito’’.
Cuando en realidad, rogaba por ello.
Mi vida continuó, a pesar del llanto y de la llaga aún abierta. Seguí adelante.
Nunca le tuve rencor por dejarme sin explicaciones, lo que sí me queda es agradecerle.
Darle gracias por iniciarme en el amor, en volver a sentir cariño, tristeza, alegría y pena por alguien; en haber experimentado todo eso con ella.
En sentirme querido y deseado.
Si algún día nos vemos, no puedo prometerte el no llorar pero lo que sí, es correr a tus brazos y decirte: ‘’Gracias por todo, niña mía’’.
Me enamoré de Jozabet
no sé si fue amor, pero me gustaba.
Era tan linda, de piel dulce y suave
y aroma de paz.
Con solo verla, yo era feliz
y ya al hablarle, me sentía dichoso.
Vestía siempre formal y su caminar me tentaba
a la lujuria, al erotismo, a dejarme llevar por mis
más bajos instintos humanos y montarla frenéticamente tal cual fuese un caballo.
Poseía un cuerpo de poesía y de trazos y curvas
curvas cuyo autor supo muy bien dónde ponerlas para maravillar al público.
Ella era un mar sin explorar, yo quería ser el pirata que gozase del tesoro único que solo ella guardaba y podía darme
Quería escalar esos reducidos montes y beber del manantial donde se encontraban las riquezas
más valiosas que esa dulce jovencita
me podía ofrecer
La deseaba con locura
Ella era pura e inmaculada y yo un pajero, un experto calificado en lo que yo denomino: ‘’El arte del Onanismo’’.
Pero la quería, rogaba a Dios por tenerla, sin embargo, no la tuve; hasta ahora.
Por lógicas razones, ella no me hablaba, pero yo
sí quería hablarle.
Pero que yo le hable a ella, era para mí una falta de respeto.
Viví todo los días viéndola y deseándola.
Una que otra lágrima brotaban de mis ojos y sin mi consentimiento
He de aceptar que yo era muy hiperactivo, altamente escandaloso, y pocas veces anestesiado y tranquilizado.
Jozabet era sumamente hábil en las ciencias madres
tal como la matemática, la física y la química.
Quería ser ella arquitecta
y yo quería que ella sea mía.
Aún ambos no logramos lo que queremos, pero creo que ella sí logrará lo que quiere.
Jozabet, ahora tu mar está siendo explorado; tus tesoros, saqueados
y tus montes escalados.
Yo aún te pienso, aún te deseo; vives en una ilusión
donde puedo ser feliz contigo.
Envidio a ese pirata que explora tus mares, y siento celos que sea con tu venia.
Más rabia me da ver que son ustedes piezas que encajan, son cóncavo y convexo.
Sé que no lo sabes pero…
te deseaba con locura, y a hurtadillas te observaba y te contemplaba. Si te percataste perdóname, y ahora que lo sabes compréndeme.
Jozabet Loja, me gustas
me gustas mucho.
Autor: Álvaro Zevallos
EL ANCHIMALYÉN
EL ALCHIMALYEN
“Voy a contar esta historia
ahora que vaciamos el plato
sobre el Santos Carcamán
el hermano del Carcato.
Entre historias e historias
del Santos Carcamán se decía
que, dentro de su propia casa
al Alchimayén escondía.
Era el Alchimalyén
casi un espíritu humano
construido sobre la vida
de algún hijo o un hermano.
Cuando era pequeña guagüita
en un cántaro se encerraba
y allí pasaba su vida
con sangre se le alimentaba.
Y, de la sangre, él obtenía
el alimento que necesitaba
con todo lo nutritivo
que esa sangre acarreaba.
Iba adoptando la forma
del envase que lo contenía
y no podía liberarse
por más empeño que hacía.
Un principal de la familia
tomaba esa decisión
y así condenaba a un cristiano
a vivir en menuda prisión.
Y nada de eso que se hacía
que fuera por pura maldad
pues, tener un alchimalyén
traía riqueza y prosperidad.
Respecto del Santos Carcamán,
su padre se lo había heredado.
Para cuando comienza esta historia
se le había sublevado.
Amenazaba con atacarlo
pasaba los días llorando
cada día pedía más sangre
y ya no estaba quedando.
Ya se estaba haciendo imposible
guardado en secreto mantenerlo
era sólo cuestión de tiempo
para que alguien pudiera verlo.
Y la tradición decía
que eso no podía ocurrir
pues, si alguien lo descubría,
el dueño debía morir”.
Esta historia contó mi padre
a la orilla del fogón
recién que habíamos almorzado
lo recuerdo con precisión.
Quien pasara frente a su casa
fueran desconocidos o amigos
una luz estaba siempre encendida
de eso todos somos testigos.
Su dormitorio frente a camino
con la luz siempre encendida
con una ventana abierta
el hombre cuidaba su vida.
Bertoldo Herrera Gitterman
Nueva Imperial 2023
Enviado por beache
KETCHUP
¿Qué hace una persona con un sobre de ketchup en la oreja?
Escuchando salsa.
Al hombre perverso se le conoce en un sólo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo.
Sófocles
QUINTO PISO (FRAGMENTO)
Tanto cielo, tanta luz
¿quién me observa desde allí?
tantos ríos, tanta sed
tanta prisa por llegar.
Ricardo Arjona
EL ANCHIMALYÉN
EL ALCHIMALYEN
“Voy a contar esta historia
ahora que vaciamos el plato
sobre el Santos Carcamán
el hermano del Carcato.
Entre historias e historias
del Santos Carcamán se decía
que, dentro de su propia casa
al Alchimayén escondía.
Era el Alchimalyén
casi un espíritu humano
construido sobre la vida
de algún hijo o un hermano.
Cuando era pequeña guagüita
en un cántaro se encerraba
y allí pasaba su vida
con sangre se le alimentaba.
Y, de la sangre, él obtenía
el alimento que necesitaba
con todo lo nutritivo
que esa sangre acarreaba.
Iba adoptando la forma
del envase que lo contenía
y no podía liberarse
por más empeño que hacía.
Un principal de la familia
tomaba esa decisión
y así condenaba a un cristiano
a vivir en menuda prisión.
Y nada de eso que se hacía
que fuera por pura maldad
pues, tener un alchimalyén
traía riqueza y prosperidad.
Respecto del Santos Carcamán,
su padre se lo había heredado.
Para cuando comienza esta historia
se le había sublevado.
Amenazaba con atacarlo
pasaba los días llorando
cada día pedía más sangre
y ya no estaba quedando.
Ya se estaba haciendo imposible
guardado en secreto mantenerlo
era sólo cuestión de tiempo
para que alguien pudiera verlo.
Y la tradición decía
que eso no podía ocurrir
pues, si alguien lo descubría,
el dueño debía morir”.
Esta historia contó mi padre
a la orilla del fogón
recién que habíamos almorzado
lo recuerdo con precisión.
Quien pasara frente a su casa
fueran desconocidos o amigos
una luz estaba siempre encendida
de eso todos somos testigos.
Su dormitorio frente a camino
con la luz siempre encendida
con una ventana abierta
el hombre cuidaba su vida.
Bertoldo Herrera Gitterman
Nueva Imperial 2023
Enviado por beache
KETCHUP
¿Qué hace una persona con un sobre de ketchup en la oreja?
Escuchando salsa.
Al hombre perverso se le conoce en un sólo día; para conocer al hombre justo hace falta más tiempo.
Sófocles
QUINTO PISO (FRAGMENTO)
Tanto cielo, tanta luz
¿quién me observa desde allí?
tantos ríos, tanta sed
tanta prisa por llegar.
Ricardo Arjona